VUELVE BRIAN THE BRAIN
El leonés Miguel Ángel Martín (1960) es hoy uno de los
grandes del cómic mundial, y yo tengo la suerte de ser su amigo. Belleza y
claridad en el grafismo, y originalidad y sofisticación en los guiones, son sus
señas de identidad como artista. Su obra se declara influida por la música
electrónica más radical —parcela cultural en la que es un auténtico experto—, y
sus viñetas revelan aficiones científicas, tecnológicas y pornográficas. Entre
sus creaciones, Brian the Brain brilla con luz especialmente cegadora.
Allá por 2005 publicó (Barcelona, La Cúpula) un volumen
recopilatorio de la serie, subtitulado «Un technomelodrama [sic] del siglo
XXI», que se repartía en tres zonas, «Bits of life», «Pieces of life» y
«BIOLAB». Y allí, en la página 183 de aquel tomo, dejamos a Brian, cuyas
últimas palabras hasta la fecha fueron «¿Creen que Von Hagens querría plastinar
mi cerebro?».
Lo que a partir de esta nueva entrega de las aventuras de
Brian the Brain sí sabemos a ciencia cierta es que su autor, mi querido y admirado
amigo Miguel Ángel Martín, ha «plastinado» a su personaje en una nueva andadura
biográfica, situándolo en la adolescencia y rodeándolo de algunos de los
personajes —los médicos de BIOLAB, los antiguos amigos del colegio— que ya
conocíamos de antes. Hay que decir que Brian sigue siendo el mismo personaje
adorable con quien muchos nos sentimos plenamente identificados cuando lo
conocimos de niño, con las circunvoluciones cerebrales tan visibles y bien
peinadas como siempre. Pero ha crecido, y, como suele ocurrir cuando se crece,
se cierne sobre él la amenaza de que sus portentosas facultades mentales hayan
podido disminuir con el paso del tiempo.
En medio de todo ese proceso, nuestro héroe tiene ocasión de
confraternizar con Monqi, un mono muy simpático, cobaya como él en Biolab; se
las arregla para salvar la vida de su amigo/ enemigo Oliver en un contexto de
matanza escolar; e incluso llega a enamorarse de la guapísima Sinan, una chica
cuyos brazos y piernas —sí, las cuatro extremidades, para darle más morbo—
fueron destrozados en su día por una bomba y han sido sustituidos por unas
prótesis estupendas de última generación. Lo mismo que en la formidable novela
gráfica Surfing on the Third Wave (Rey Lear/Sinsentido, 2009), aparece también
en este nuevo álbum de Martín como escenario —aunque no principal—, funcionando
como metáfora del mundo contemporáneo, TUXEDO, un crashpark donde se va a pasar
un rato al volante de unos coches de choque muy violentos (en los que, por
cierto, no puede montar Brian por prescripción facultativa).
Como en el resto de la saga, a Brian lo caracteriza, en esta
nueva entrega de sus hazañas, una maravillosa ingenuidad, la misma que le
permite circular por un universo odioso y execrable sin perder un ápice de su
magnetismo moral. Porque si el despiadado y, a la vez, entrañable Marqués de
Sade fue, sobre todo, un moralista, Martín sigue su estela y lo es a
machamartillo (y de una forma dolorosa y cruel, pero también poética y tierna).
En su momento escribí acerca de Bitch, otro precioso álbum
de Miguel Ángel, que se desprendía de sus páginas «una salutífera y refrescante
enmienda a la totalidad que nos reconcilia con los despojos de nuestra propia
miseria». Pues eso se desprende también de esta nueva singladura de Brian the
Brain. No es poca cosa, voto a bríos.
Prólogo de Luis Alberto de Cuenca. Madrid, 19 de marzo de 2012
Os adelantamos 8 páginas de Motor Lab Monqi
Comprar libros: Motor Lab Monqi y Brian the Brian de Miguel Ángel Martín.
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